Landa

Hemos ido a comer 5 personas. La comida excelente pero el servicio deja mucho que desear La camarera que sirvió el vino no sabía hacerlo manchando el plato, el pan y el mantel Nos han puesto algún cubierto sucio Se olvidaron de traer una botella de agua pedida hacía más de media hora Parece que les costaba contestar a las preguntas Mal

decadencia. Siendo clientes habituales desde hace más de 25 años comprobamos que no es lo que fue ni siquiera se mantiene… comida para ocho con reserva previa indicando expresamente lo q se iba a comer (previa exigencia en la reserva). Mesa preparada a trozos, uno a falta de cubiertos, otro a falta de plato, alguno más sin copa… pero con el pan servido en la mesa. La atención exquisita q se ha tenido siempre no se encuentra en estos momentos. Camareros que no les pega el aire, q ni siquiera mirar tu mesa por si necesitarás algo, platos cancelados por exceso de espera a servir, para ocho comensales sirvieron botellas de vino individuales porque decían no disponer de otra… vamos, desesperante. Hemos llegado a recoger la vajilla sucia de la mesa para que pudiera servir el cordero. Lo siento, aquí cierra un capítulo de nuestra gastronomía familiar. Una pena pero no volveremos. Se paga un alto precio por medio comer y enfadarte. No merece la pena.

Lugar muy agradable , tranquilo Personal muy amable Agradecer su profesionalidad y amabilidad al personal de seguridad y sobretodo a Carina , tras un percance sufrido en las instalaciones Gracias por hacernos pasar una velada agradable

Llevo año parando en Landa en todos mis viajes. Sus camareros famosos por sus uniformes los son tambien por su mala leche. El problema es que cada vez van a peor. El trato es muy malo (cuando te hacen caso) y es una verdadera pena. El sitio es agradable y aunque la comida ha perdido por la enorme demanda seguiria parando si no fuese por el trato recibido. Por favor, remplantead la plantilla o dadle un toque de atencion. Todo no vale.

Solo podría expresarse poéticamente. En las alas del tiempo, mi esposa y yo, trotamundos del horizonte, hemos encontrado refugio en el Hotel Landa. En este rincón de ensueño, donde el alma reposa y los sueños despiertan, encontramos el más sublime hospedaje, superando cualquier expectativa. En los recovecos del destino, este santuario se alza majestuoso, invitando a los viajeros a unirse a su danza de placeres. Sus delicias culinarias, una sinfonía para el paladar, se entrelazan con la dulzura de su pastelería propia, como versos de un poema gastronómico. Aquí, el arte de mimar al cliente se eleva a su máxima expresión, donde cada momento se teje con cuidado y esmero, sin el peso del tiempo ni el afán del mundo exterior. Y en el alba dorada, un camarero, maestro en el arte de la hospitalidad, nos recibió con gracia y ternura, como si fuéramos huéspedes del Olimpo. ¡Oh, Hotel Landa, joya entre las estrellas! Que tu luz siga brillando en el firmamento de la hospitalidad, guiando a los viajeros hacia tu abrazo acogedor. Porque en cada rincón de tu morada, palpita el latido de la excelencia, y en cada suspiro, se entreteje la promesa de un regreso. Recordemos siempre que "no está hecha la miel para la boca del asno", y en tu noble morada, querido Hotel Landa, la exquisitez es un arte reservado para aquellos que saben apreciarlo. Que así sea, en el eco eterno de los sueños, donde el alma del viajero encuentra su hogar.

Fantástico! El hotel super agradable. La habitación super acogedora y agradable. El restaurante espectacular. El consomé de buey y ave es de otro mundo. El trato de otra época como los que ya no se hacen. Y los huevos fritos con morcilla son de las cosas que hay que tomar antes de morirse.