El hotel es de 3 estrellas pero lo cierto es que no llega, son 2 raspadillas. La persona de la recepción es encantadora, ayuda en todo lo que puede y explica fenomenal, es de agradecer el gran trato que tuvo con mi familia. El desayuno bastante escaso aunque sea bufet, apenas hay variedad, tanto en dulce como en salado, si desayunas un lunes, es como si dieran por hecho que no van a tener gente y esta aun mas escaso y solo te puedes sentar en un lado del salón porque lo están preparando para comidas o cenas. Lo penoso realmente es la cena, cobran 20€ adultos y 10€ los niños y los domingos no hay, la variedad para ser bufet es poquísima y a parte de simplón, no es que este especialmente bueno. Las habitaciones no tienen secador, hay q pedirlo en la recepción, pero no te lo dicen. La calefacción justa, esta mas tiempo apagada que encendida, lo que no tiene sentido en un hotel de una estación de esquí. Las habitaciones son cómodas aunque viejillas y con desconchones en las paredes, las almohadas no son cómodas, pero el colchón al menos los nuestros si y tiene terraza. Te hacen la cama todos los dias, no hay opción a cartel que diga que no te molesten, supongo que puedes decirlo en recepción. No tiene recepción 24 horas, solo hasta las 24:00 y los domingos hasta las 12:00 de la mañana. Esta muy cerca de las pistas lo que lo hace cómodo y tiene parking gratuito a la entrada aunque no es muy grande. Es cómodo para unos dias y esta muy cerca de las pistas, lo que esta bien para no tener q mover el coche. Es un hotel que se ve que tuvo tiempos mejores y ahora escasean en las cosas mas importantes, como la calefaccion o la comida.
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