Fuimos de sorpresa, a pasar un día de relax y desconexión. El hotel está perfectamente situado en pleno centro de La Garriga. De aspecto noble y clásico, la recepción es una maravilla. Lástima que la persona que atendía no estuviera a la altura de tan ilustre local. Amabilidad, la justa, así como las explicaciones de los servicios del Hotel. Una vez instalados en la habitación, amplia y preciosa con vistas a la piscina exterior. Cama grande y cómoda. La grifería y desagües es lo único que acusa el paso del tiempo, quizá recomendable cambiarla. Equipados con albornoz y toalla proporcionada por el hotel, nos dirigimos a la zona de Spa exterior, aprovechando el buen tiempo. Una zona muy bonita, con cesped artificial y tumbonas a sol y sombra. Damos cuenta también de una piscina con agua termal , y con bastantes restos de hojas y flores en el agua que indican que no se ha limpiado adecuadamente. Pese a ello, disfrutamos del agua termal y el sol. También hay una sauna seca, que sin ser una maravilla, cumple con las funciones. Así mismo existe un pequeño (minúsculo) circuito para los pies. Tras un rato disfrutando del sol y el agua, decidimos ir a ver la parte del Spa interior. Una modesta piscina termal, con hamacas. Bastante bien, existen unas cuantas habitaciones con supuestamente diferentes funciones. Una ducha circular, que ha vivido mejores tiempos, y otras tantas salas en las que no hay nada. Una sauna húmeda muy agradable y también una zona para los pies con agua termal y sal. Todo correcto y limpio, pero tampoco digno de llam**** Spa excepto por el agua termal. Solo nos quedaba disfrutar al día siguiente del desayuno que incluía la estancia. Apertura a las 8h. Aparecimos por el restaurante a las 8:15 y lo único que había preparado era la máquina de café y una bandeja de embutidos.
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