Decameron Decalodge Ticuna

Excelente hotel, instalaciones, personal, amabilidad, habitaciones. Lo mejor de Leticia. Sus planes y tours son muy buenos. variedad de planes para llevar a cabo y conocer más del Amazonas con personal experto y que brinda comodidad y buena atención.

El hotel es muy bonito y sus habitaciones grandes y hermosas, el personal siempre es muy amable y la comida muy rica. Lo único malo son los horarios del desayuno y de la cena ya que si uno sale antes de las 7:30 am y llega después de las 8:30 pm toca encargar en plato de comida con antelación. También el wifi aveces es muy mala pero también se debe a que en Leticia la señal y el internet es muy mal casi siempre solo coje Claro

El servicio de restaurante es regular, alternativas de platos limitados y poca cantidad. Servicio lento. Capacitar a los meseros, olvidan parte de los pefidos.El servicio de excursiones los dos jóvenes olvidadizos, piscina un poco turbia y las instalaciones deberían mejorar y reforzar mantenimiento. No se cuenta con nevera en la habitación. Piso de la ducha el agua se estanca. En cuanto a ubicación el hotel está muy bien ubicado . Muy cerca del parque principal

The hotel is very nice, very, very friendly staff. I would like to highlight Andres, a great employee. The shaman Sebastian was also fascinating. In my opinion, an ambassador for the culture and closeness to nature of the people who live in the Amazon. The rooms were very well equipped. The food was delicious, the breakfast could have been a little richer. The pool was very clean and the staff was also very friendly. The wooden construction of the loungers needs a bit of renovation, but with the appropriate comfortable cushion provided it is a nice experience. In summary: A very, very nice stay that will definitely be repeated. Thanks to the hotel team.

Excelente servicio, personal, comida, amenidades. Todo perfecto. Es el mejor lugar para que descanses y repongas energías, luego de haberlo dejado todo en la selva y en el rio amazonas. Perfecto para empresas, parejas y familias.

Veinticinco años después regresé al Amazonas. Esta vez no dormí en un salón de la Escuela Normal Superior. Lo hice en el Decameron. Así que quiero tomarme el tiempo de agradecerles. Empiezo con un lugar común. Un viaje es, en buena medida, la gente que se conoce. Y Leticia y Puerto Nariño y los caseríos que mi familia y yo visitamos honran precisamente eso. La empatía, la buena onda, la disposición para entablar una conversación. Oradores orgullosos de sus tradiciones, todos aquí se toman el tiempo para relatar su propia historia. Sin prisas. Con gracia. Con gracia y sabiduría. Imposible mencionar aquí a todos los empleados del Decameron que hicieron de cada cena, de la explicación de cada receta, un momento de aprendizaje. Capítulo aparte para Kelly por su dulzura, y para Many; que desde que se enteró de que a nuestra hija la asaltó un dolor de panza, se apersonó de la situación. Té de guayaba y marañón. Y listo. Amazónico remedio. Centro de operaciones, laboratorio gastronómico, piscina incomparable para despedir el bochorno del día. El Decameron Ticuna nos ofreció justo lo que buscábamos. Tal vez más. Se los digo en huitoto: fucora; se los digo en ticuna: nuamá. Y en español: gracias.