No tenía pensado escribir ninguna opinión independientemente de la experiencia, dado que pagué 20€ por habitación individual + desayuno, y sabía lo que me podía esperar. No obstante: Al llegar a la recepción (que es en otro edificio) me cambiaron la reserva (según la dueña, se había ocupado...) . Me ubicaron en una habitación con lavabo (que no aseo, solo lavabo), que resultó estar suelto y que inspiraba poca confianza. El edificio es histórico, por llamarlo de alguna manera, y huele como tal, a viejo, a humedad y un poquito a pis El aseo esta lleno de hormigas, y al ducharme se me cayó el palo de la cortina en la cabeza. Afortunadamente estoy hecho un toro y no hubo nada que lamentar. Se oye TODO lo que ocurre en el edificio, hasta lo más sórdido. También lo que pasa en la calle, pues las ventanas no sellan bien. No probé el desayuno, pues había quedado para desayunar, aunque por los comentarios siento que no me perdí gran cosa. Pese a que no se puede fumar en las instalaciones, nada más entrar me veo al marido de la dueña con otro amigote dándole duro al cigarro y a lo que creo que era anis en una salita contigua. Por lo demás, la dueña se mostró correcta y servicial, flexible con el check out y dispuesta a guardarme más maletas si lo precisaba PD: casi se me olvida. A la 1 de la madrugada me despiertan los chillidos de la dueña y su hija. Al parecer había otros inquilinos en el edificio. En boca de la hija: "Mamá, esto no lo he visto yo en mi vida". Cucarachas grandes como conejos. Tuve la suerte de no topar con ninguna.
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