Guest User
November 3, 2023
Acabo de pasar, junto con mi madre, mi tía y mi hija, una semana inolvidable en el Palais Blanc de Marrakech. El día después de llegar ya nos sentíamos como en casa, gracias al encanto del lugar y la calidez del personal. Se trata de un riad típico con las habitaciones dispuestas entorno a un patio de mandarinos con una piscina en la que mi hija ha chapoteado de lo lindo en los días de más calor. Es un ambiente muy íntimo porque hay pocas habitaciones, y se respira tranquilidad. Las habitaciones son amplias y de gran comodidad (los colchones, muy cómodos también). Las habitaciones en las que nos hemos hospedado, ubicadas en el piso de abajo, tienen una terraza con vistas a la piscina provista de mesa y sillas y un gran sofá donde hemos leído, descansado y tomado el té. Abdullah, que lleva el comedor, se ha mostrado muy paciente con nosotros en general y nos ha servido la cena allí cuando hemos llegado tarde después de visitar la ciudad. El día que llegamos al riad, ya de noche, nos tenía preparado unos hojaldres rellenos exquisitos y un tagine en la terraza cubierta del piso de arriba, donde se sirven normalmente todas las comidas. El desayuno es también buenísimo y muy completo, con pancakes y tortas caseras recién hechas y una tortilla de huevos y champiñones buenísima que hemos pedido a diario, pero también tostadas, jugos frescos, pastel casero, variedad de fruta, ensaladas, deliciosas aceitunas y salchichas. El gerente del hotel, Ahmed, ha cuidado de nosotros en todo momento, y nos ha organizado salidas personalizadas a nuestro gusto con guías turísticos amables y profesionales, que nos han acompañado en varias rutas por la ciudad, y también en escapadas interesantísimas al valle de Ourika y las cascadas en Setti Fatma, así como a la Meseta de Kik y al desierto de Agafay, lugares espectaculares que no me gustaría haberme perdido. Cuando mi hija y yo queríamos cenar pero la cocina ya estaba cerrada porque era de noche, Lely, mano derecha de Ahmed, me acompañó personalmente a un restaurante para que me se sintiera cómoda. Cuando mi tía se encontraba adolorida después de días largos en la ciudad, la propietaria, Lamia, le ofreció un masaje de cuerpo completo que la ayudó mucho. La noche anterior a nuestra partida nos sorprendió con unos bombones típicos a base de nueces—delicioso! Dunia y Nassera, que adecentan el establecimiento a diario, siempre tienen una buena palabra y una sonrisa. Abdullah de Dakhar es también solícito y cortés. El Palais Blanc está perfectamente ubicado en el centro de la Medina, cosa que nos ha permitido dar paseos a pie por la zona antigua y llegar paseando hasta Jemaa el Fnaa para ver la puesta de sol en la terraza del Café de France. En otras ocasiones, Ahmed nos facilitó el transporte en tuc-tuc o en taxi. Podría seguir, y dar más detalles, pero tal vez será mejor decir tan solo que queremos volver a Marrakech y que el Palais Blanc será el lugar donde mi familia se hospedará. Hasta la próxima, y mil v
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