La ubicación de este hotel es perfecta, en el centro de Manhattan. Nos dieron una habitación grande en el piso 14, con una zona de estar con sofá amplísimo y otra zona con una mesa de despacho grande también. La cama muy grande y cómoda y unas almohadas que me hubiera traído a mi casa. El baño moderno y amplio. La limpieza de la habitación muy bien todos los días. El hall de entrada es muy amplio y bonito, pero me pareció que en otros tiempos debió de ser espectacular, funcionando las barras de bar y con algo más de luz. Ahora mantiene el mobiliario pero no hay bar. El personal es muy amable y profesional, nos han ayudado para que la estancia haya sido estupenda. Una mención especial para María, la suerte que hemos tenido de que estuviera ahí, y para Isaiah, que nos recibió el primer día amable y simpático, cuando llegamos agotados tras un viaje largo y trámites larguísimos en el aeropuerto. En resumen, un hotel en el que repetiría estancia, los pequeños defectos que hay que ir renovando, la moqueta por ejemplo, los compensa con creces la atención personal recibida y la limpieza que se observa.
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