Este hotel tiene una ubicación magnífica en pleno centro del barrio de Santa Cruz y muy cercano al centro monumental e histórico, la cama es muy cómoda aunque las almohadas son muy mejorables así como los amenities que son de lo malo lo peor. Te venden como decoración minimalista una decoración de recortes a base de tablas sobrantes. No hay armario y tampoco un solo cajón donde dejar tus cosas más intimas o privadas, la Caja fuerte está estropeada desde hace tiempo (años ya que he visto una queja de lo mismo hace meses) aunque hacen el paripé de que la van a mirar sin éxito por supuesto, el agua caliente de la ducha no tiene presión así que tiene una columna de hidromasaje por la que cae un hilo de agua, dimos quejas y muy amablemente nos dijeron que nadie había dicho nada hasta ahora, supongo que como con la Caja fuerte... El lavabo, que es pequeñito, tiene un grifo desmesurado que impide que te puedas lavar la cara sin darte al menos un golpe o sin encharcarlo todo. En fin, todo en la decoración de la habitación es un despropósito cuyo estilo calificaría de ramplón con ínfulas. En nuestra oferta estaba incluido el desayuno, que se toma en el hotel de al lado con el que se comparte la recepción de tarde-noche, y también se incluía una Copa de bienvenida que al reclamarla el director del hotel nos prometió una botella de champán, al final ninguna de las dos cosas. En la habitación hay hervidor de agua y reposición diaria de te y café , el wifi funciona muy bien y la TV está un tanto obsoleta. Realmente se paga la ubicación, el resto está sobrevalorado. Incluyo fotos.
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