Guest User
May 22, 2024
Entrar en Atrio, es llegar a un Oasis de paz gallego. Tiene un jardín precioso donde disfrutar descalzo después de la dura etapa. Las habitaciones son comodísimas, amplias, muy limpias, con una buena ducha y una ventanita con vistas a ese jardín tan acogedor. Tanto Javier como Hugo son grandes profesionales, estuvieron pendientes de nosotras en todo momento. Ellos hacen este establecimiento con encanto, un lugar especial. Sin olvidar a Milo, su adorable perrito, quien te recibe con gran ilusión siempre que regresas. En el check in nos llevaron las maletas y nos recomendaron sitios para comer. Justo en frente del albergue hay una enorme pradera y una pequeña cascada, de cuento! Es el mejor albergue de todo el Camino, sin duda, volvería!
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